
En Sumimedical, asumimos el compromiso de cuidar la salud de nuestra comunidad, y eso incluye hablar de forma clara y honesta sobre los riesgos del tabaco. El tabaco no es solo un hábito: es una amenaza real y silenciosa que, lamentablemente, sigue siendo la principal causa de muerte evitable en el mundo.
Hoy más que nunca, creemos que es urgente alzar la voz. Con más de 1.300 millones de consumidores en el planeta, el tabaco cobra la vida de 8 millones de personas cada año. Lo más alarmante es que más de un millón de esas muertes corresponde a personas no fumadoras que se ven afectadas por el humo ajeno. Esto no solo representa una tragedia humana, sino también un llamado a la acción.
Los datos son contundentes: el tabaquismo reduce la esperanza de vida en al menos 10 años. En nuestra región, es responsable del 15% de las muertes por enfermedades cardiovasculares, el 24% de las relacionadas con el cáncer y el 45% de aquellas causadas por enfermedades respiratorias crónicas. Es el único producto de consumo legal que, usado tal como lo indica el fabricante, mata hasta a la mitad de sus usuarios.
Nos duele saber que, detrás de esta realidad, hay intereses poderosos que invierten más de 8.000 millones de dólares al año en publicidad y mercadeo para promover un producto que destruye vidas. Mientras tanto, el costo económico global del tabaquismo —entre atención médica y pérdida de productividad— asciende a 1,4 billones de dólares. Eso representa el 1,8% del PIB mundial del año 2012.
Sabemos también que el problema va más allá del cigarrillo tradicional. Los cigarrillos electrónicos están ganando terreno entre niños y adolescentes, y estos jóvenes tienen al menos el doble de probabilidades de convertirse en fumadores más adelante.
Frente a este panorama, no podemos quedarnos callados. Desde nuestra institución, apoyamos firmemente la implementación del Convenio Marco de la OMS para el Control del Tabaco. Creemos en el poder de una sociedad civil informada, empoderada y protegida por políticas públicas responsables.
La educación, la prevención y la regulación son nuestras mejores herramientas.
Hablemos del tabaco, no para normalizarlo, sino para exponer su verdadero costo. Hagámoslo por nuestras familias, por las generaciones futuras y por el derecho a una vida plena y saludable.
Porque hablar del tabaco es también hablar de esperanza, de salud y de un futuro libre de humo.